Lluvia y granizo

No será precisamente este un San Isidro para recordarlo gratamente. El tiempo amenazaba lluvia, pero nadie podía imaginar lo que iba a ocurrir.

Dicen los peleños que a la hora de la carrera San Antón pone las manos para que no llueva.

Pues San Isidro debió estar un poco distraído porque a la hora de la procesión fue tal la cantidad de lluvia que calló que el agua corría como un río bajo las carpas instaladas en la plaza. Y lo peor estaba por llegar: una tremenda granizada ocasionando daños irreparables en algunas parcelas.

El espectáculo ecuestre fue suspendido y solo los cantes de Juan Luís Hidalgo y La Chispa pusieron algo de color en el día grande de las fiestas.

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